Hace algunas semanas, Fredy me pidió que postease algunas líneas referentes al SAS, pidiéndome incluso que le enviara fotos. Las fotos no las tengo, pero ahora les mando algunas líneas sobre aquella sigla secreta, cuyo verdadero significado se ha perdido con el paso inexorable del tiempo. Reseñaremos entonces, a pedido de nuestro blogger oficial, la historia oficial del SAS:
Cuando el gran prócer José Baquíjano y Carrillo presidió la famosa y libertaria Sociedad de Amantes del País, ni en el más delirante de sus sueños habría imaginado que unos cuantos despistados adolescentes unionistas fundarían, por el año 1982, una logia ultra secreta que denominarían, con una cierta dosis de desenfado, la Sociedad de Amantes del Saber (SAS). Mucho se ha comentado sobre esta cofradía clandestina, esta especie de "Sociedad de los Poetas Muertos" del internado unionista, y hasta circulan verdaderas leyendas urbanas que tratan de explicar el origen y funcionamiento de dicha organización. La verdad es que el SAS era simplemente una agrupación de amigos que compartían una desbordante curiosidad por todas las ramas del conocimiento humano. Era el mismo grupo que organizaba reñidas competencias para armar el cubo Rubik en los rincones más solitarios y misteriosos del internado. El mismo grupo que podía debatir cuestiones existenciales como si Jean Paul Sartre fuese un compañero de la promoción, y que abordaba temas teológicos con toda la profundidad con la que es posible hablar de teología a los quince años. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que casi todos los miembros del SAS pertenecían a los diez primeros puestos del cuadro de méritos del salón. Ahora bien, puede ser que algunos hayan vilipendiado nuestro SAS por su extremo rigor al abordar todos los ámbitos del quehacer humano, incluso en aquella época habían voces críticas contra lo que ellos denominaban una fenomenal exageración para examinarlo todo. Frente a la multitud de detractores, el SAS decidió sepultar sus actividades en el más misterioso secreto y sus miembros decidieron permanecer en el más estricto anonimato. No seré yo quien rompa el pacto infame de hablar a media voz que parecía gobernar aquella Sociedad de Amantes del Saber, pero dejo en libertad a algunos de los miembros de esa agrupación para que puedan hacer las ampliaciones del caso. Lo que queda como un hecho indiscutible es que el SAS fue una manera poco ortodoxa de despertar a las más asombrosas verdades de la vida.
Rubén
1 comentario:
Fredy:
No, para nada era un requisito tener buenas notas para ser miembro del SAS. Es más, si me memoria no me falla yo debía estar entre los diez últimos del cuadro de méritos (aunque puedo equivocarme) y pertenecía al SAS.
Saludos
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